Tú eres el indicado... no tú... el otro.

  
Tal vez vos sos uno de los que viajan amurado en carne en un transporte público todos los días. Tal vez compartís tus centímetros de espacio con una negra con un culo monumental que te provoca espasmos pélvicos, mientras tolerás que un gay –que puedo ser yo- marque el ritmo musical chistando los dedos a un pelo de distancia de tu pija; y como te sentís brutalmente contenido, pensás. En que no la ponés; pero que eso va a pasar; porque no sos virgen; y porque lo que decimos acá es mentira; y que quedan chicas con seso en la cabeza, que nos les importan los pelados; que lo que vale es el amor, ser simpático, ser especial –que de especial tenés mucho- y que las frívolas se pueden coger solas; y cuando llegás a la estación y te bajás con toda la horda, caminando con la vista pegada al suelo, mientras olés el chicharrón de un puesto boliviano; meditás que hoy va a ser ese día, donde todo se va a dar vuelta.

  Que la cosa va a cambiar.

  Quedate tranquilo, te equivocaste, hoy no se fía, pero mañana sí.



Coco, cero tolerancia calva