Una postal del final, una ciudad que llora al ídolo.
No lo queríamos recordar con tristeza. Coco y Chama no se dejaron ganar por el desaliento y empuñando los instrumentos arremetieron con "Mi dulce alemán", oda compuesta desde lo visceral para cantar las alabanzas del monje de la calvicie.
Creemos que valió la pena.
FIN